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Las mujeres en la industria vamos por el camino correcto

Noemí Figueroa es una Ingeniera Química con 15 años en la industria de acabados, donde ha liderado equipos y se ha hecho cargo de la producción en diversas firmas. En esta entrevista nos comparte los retos y perspectivas que ve para las mujeres en la industria.

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Son muchas las historias que Noemí Figueroa, jefa de procesos en Collini Holding AG, puede contar sobre su paso por el mundo de los de acabados, industria a la que ingresó como analista de laboratorio en Guadalajara, con apenas 19 años, después de terminar la carrera técnica en Química en su natal Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. “Mi jefe en ese entonces era una mujer, también Ingeniera Química. Ella fue mi principal motivación e inspiración”, recuerda.

Esta profesional se siente afortunada de haber elegido la carrera que escogió y de la trayectoria laboral que ha consolidado, porque ambas han sido fuente de grandes satisfacciones y le han permitido sostener a su familia. “En la secundaria recuerdo haber visto el tema de la oxidación de los metales y, desde ahí, se sembró la semillita. Luego hice la carrera de Ingeniería Química, a la par de estar trabajando; me especialicé en electroquímica, tomé cursos de galvanoplastia y, pues, estar en este a este ramo ha sido realmente satisfactorio porque me gusta mucho mi trabajo”.

Otra de las grandes alegrías de esta ingeniera es que su profesión la mantiene en contacto con el conocimiento. “Todos los días aprendo algo nuevo, y aunque suene muy trillado ¡es verdad! Es tan especial ver que el defecto que salió ayer y el de hoy se ven igual, pero tienen una causa distinta… Me gusta buscar la solución a los problemas, hacer que todo se trabaje con un control estricto, con mucho cuidado. Se me va el tiempo muy rápido. No siento los días porque realmente me apasiona lo que hago”.

Aunque en la historia de todo profesionista la vida privada se llega a entrelazar con lo laboral, en el caso de Figueroa esos dos ámbitos se han entretejido de una forma especial. “Fui mamá joven, y empecé la universidad siendo mamá y siendo trabajadora. En el tercer semestre de la carrera me dieron la oportunidad de iniciar como ingeniero de procesos en una planta de cromado, y mi carrera dio un salto porque tuve oportunidad de hacerme cargo por completo de una planta”.

Figueroa recuerda que, por ser madre, estudiante y trabajadora, debía llevar a su hijo pequeño a la universidad y a las plantas de producción. “Incluso algunos fines de semana que tenía que supervisar trabajos de mantenimiento, también me lo llevaba y lo dejaba en la oficina para que no bajara a piso”.

La ingeniera ve este periodo de su vida como una agotadora carrera contra el reloj. “Mentiría si te dijera que fue fácil, porque para nada lo fue. Creo que es una lucha constante contra una misma, contra mis propias capacidades. Entre corre para la escuela, corre para la guardería, el trabajo de tiempo completo… Sí fue complicado. Fue difícil. De repente hay días en que veo hacia atrás y digo ‘la verdad no sé cómo lo hice’. Fue mucho esfuerzo, mucha dedicación, y también acompañamiento de un grupo de mujeres que fueron mi soporte”.

Dejar de estar en la mira

Consultada sobre los retos que enfrentan las mujeres en la industria, la jefa de procesos responde que los desafíos femeninos no tienen que ver con la capacidad, el conocimiento o la experiencia necesarias para realizar procesos especializados, sino que el reto está del lado cultural, pues en la industria persiste un trato distinto hacia las mujeres, solo por el hecho de serlo.

“Como mujeres se nos cuestiona mucho, sobre todo nuestra vida personal, incluso desde las entrevistas de trabajo, y eso no es nada empático”, sostiene. Figueroa refiere que en las entrevistas laborales a las mujeres se les plantean muchas preguntas sobre su vida privada: si tienen novio, pareja o si están casadas; si tienen hijos o cuándo piensan tenerlos, cuestionamientos todos que raramente se hacen a sus contrapartes masculinas.

Por desgracia, según ella, esas preguntas son apenas un síntoma del machismo que aún persiste en toda la sociedad. “Creo que hay algo, o mucho, de machismo y actitudes misóginas entre los compañeros. Desde la universidad, con algunos maestros se notaba la diferencia de trato para mujeres y hombres. Después, cuando pasas a la vida laboral es una lucha constante por demostrar que sí podemos con la responsabilidad y la carga de trabajo”.

Esta profesionista sabe por experiencia propia lo demandante que es laborar en una planta industrial (“implica subir, bajar, estar en línea de proceso, manejo de químicos, muchas cosas pesadas”) y, a pesar ello, las mujeres “le entramos prácticamente de todo”, explica. El problema es que los prejuicios llevan a algunos compañeros a creer que ellas no pueden hacer bien este tipo de trabajo. “Es extenuante estar luchando contra los prejuicios, el demostrar que sí podemos trabajar a la par, tal vez no cargando cosas pesadas, pero sí asumiendo la responsabilidad de que las actividades se hagan”.

De igual forma, esta ingeniera percibe que el liderazgo femenino se cuestiona con frecuencia. “Si una instrucción es dada por un hombre, no se le cuestiona. Al contrario, se le aplaude su determinación y carácter; pero si esta misma instrucción es dada por una mujer, se pone en tela de juicio. Es complicado enfrentar esto y escuchar comentarios de: ‘ay, el ingeniero está en tus días’, o ‘amaneció de malas’, porque no es el caso”.

Y en un contexto donde las mujeres se viven observadas, Figueroa advierte que: “como mujeres trabajamos el doble o el triple por demostrar que podemos. Mantenemos una pelea constante por la apertura de nuevas oportunidades y por romper el paradigma de que somos el sexo débil para que se nos dé un trato de equidad”.

Trabajo bien hecho a la primera

A la pregunta de cuáles ve como las principales aportaciones de las mujeres a la industria, la jefa de procesos responde: “gran parte de nuestra aportación es la dedicación, la responsabilidad y el trabajo bien hecho a la primera”, ya que “el estar demostrando que podemos con trabajos de este tipo nos ha llevado a ser perfeccionistas y a cuidar los detalles, porque es súper fácil que a la primera equivocación digan: ‘ah, es que es mujer’”.

Figueroa coincide con otras entrevistadas para este especial en que las mujeres suelen ser más dedicadas y responsables en el trabajo que muchos hombres. “La mayoría, por ejemplo, son mamás, y difícilmente faltan o llegan tarde”. Y al igual que otras mujeres, esta jefa cree que otro aporte femenino consiste en “abrir camino a las nuevas generaciones. Dejar huella para que las mujeres que vienen tengan más apertura y puedan pertenecer a este medio”.

Un asunto de empatía

Algo que a esta profesionista le gustaría cambiar dentro de la industria es que existiera mayor empatía hacia las mujeres. “Me gustaría una mayor empatía con los jefes y compañeros, y que la ayuda se nos brinde desinteresadamente, sin esperar más favor que el crecimiento personal: ‘te ayudó y me ayudas; aprendes y te enseño’. Algo importante también sería poder estar en completa libertad, sin temor al acoso, a la comparación, y sin tener que cuidar cada paso que damos”.

Y así como Figueroa espera que su trabajo ayude a las jóvenes que en el futuro busquen oportunidades en la industria de acabados, también se reconoce como heredera de las mujeres que abrieron brecha antes. “Nos toca disfrutar lo que nuestras antecesoras lograron, lo que con mucha lucha, dedicación y esfuerzo iniciaron. Somos parte de este camino aún por recorrer. Creo que aún falta mucho porque, aunque hay mujeres, siguen siendo escasas. Nosotras empezamos poco a poquito, cuidadosamente, para ver hasta dónde llegamos. Aún así creo que el camino ya no es tan escabroso. Lo vamos emparejando y las mujeres que estamos en este medio vamos por el camino correcto”.

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