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Las mujeres de hoy estamos en todos lados

Miriam Pérez cambió un trabajo "de escritorio" porque no la hacía feliz y encontró su espacio en el ámbito de los acabados de superficies. Hoy tiene claro que las profesionistas se están abriendo paso en ambientes que antes eran exclusivos para hombres y valora que existan más mujeres en la industria que sirvan de modelo a las nuevas generaciones.

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Miriam Pérez Forcado

Miriam Pérez Forcado, coordinadora de niquelado en Primetals Technologies. Foto: Cortesía.

Con más de ocho años en el mundo industrial, Miriam Pérez Forcado ha podido probar sus capacidades en distintos terrenos como el diseño para la industria de gas y petróleo, la aplicación de zinc-níquel, y actualmente como encargada de la línea de niquelado en la empresa Primetals Technologies.

Aunque esta profesional estudió la carrera de Ingeniería Química Industrial en el Politécnico Nacional en la Ciudad de México, los giros de la vida le han permitido ejercer su profesión en distintos puntos geográficos como la ciudad de Los Ángeles, California, en Estados Unidos; la Ciudad de México y, actualmente, desde Apodaca, Nuevo León.

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Su primer trabajo en la industria fue en el área de diseño en una empresa que desarrollaba proyectos para PEMEX. “Estuve cuatro años en esa industria, pero era diseño, lo cual quiere decir: escritorio, y aunque era muy interesante, no me acababa de llenar un trabajo frente a un monitor”, recuerda.

Tiempo después, se le presentó la oportunidad de colaborar en un taller de acabados en Los Ángeles, liderado por una mujer de origen mexicano que buscaba contratar hispanos. “Ahí fue mi primer acercamiento a la galvanoplastia, y de ahí me gustó; me pareció muy interesante. Después me mudé a Nuevo León y aquí comencé a trabajar en la empresa Plating Technologies. Su planta es más grande, tiene varias líneas de producción y empecé como ingeniera de proceso. Este trabajo me gustó porque pude ver reflejado en el tanque lo que analizaba en laboratorio y en la producción diaria.”

Hace un año, esta ingeniera se integró al equipo de Primetals, empresa que elabora piezas para la industria del acero y uno de sus clientes es Termium, firma líder del acero en el país. Este nuevo empleo puso a prueba todas las capacidades de Pérez, pues le correspondió poner en marcha la estación donde ahora trabaja.

“Este trabajo me gustó porque pude ver reflejado en el tanque lo que analizaba en laboratorio y en la producción diaria.”

“Era un diseño de la empresa que venía de Estados Unidos y uno de los primeros retos fue ir a un entrenamiento allá para conocer cómo funciona. El plan era que las personas de ese país lo instalaran y echaran a andar, pero por la pandemia no alcanzaron a terminarlo. Hace un año el gran reto fue echarlo a andar y comenzar la producción. Me tocó desde cero presenciar que se instalaran las tuberías, los tanques, preparar las soluciones y comenzar a hacer pruebas e iniciar la producción”, refiere.

Miriam Pérez

Miriam Pérez en su lugar de trabajo. Foto: Cortesía.

A pesar de la presión que supuso embarcarse en un proyecto de esta magnitud, Pérez está contenta con el resultado. “También fue la primera vez que me tocó ver parte de los suministros. Había estado en empresas donde otra persona se encargaba de encontrar los contactos, fue un reto buscar a los proveedores y los materiales correctos”.

Al preguntarle qué desafíos ha enfrentado dentro de la industria por el hecho de ser mujer, Pérez recuerda que cuando comenzó a trabajar en el piso de producción se vio en la necesidad de aprender a dar indicaciones. “Cuando vienes de escritorio tienes que aprender a lidiar con las personas porque, por la educación que recibimos, los hombres traen esto como más natural y a veces una tiene miedo de verse mandona”.

No obstante, su estrategia fue ganarse la confianza del equipo. “Tienes que saber con quién estás hablando y pensar que quizás esta persona se puede sentir ofendida porque una mujer le dé indicaciones. Aprendí que hay un poco más de resistencia por ser mujer, pero me he ganado el respeto de los operadores porque al final saben que las indicaciones que les doy tienen un sentido”.

“Tienes que aprender a lidiar con las personas porque, por la educación que recibimos, los hombres traen esto como más natural y a veces una tiene miedo de verse mandona”.

Del lado de las ventajas que ha tenido por ser mujer, Pérez encuentra que realmente han sido pocas. “Probablemente conmigo las personas sean más amables y tal vez sea cultural porque soy la única mujer aquí. Si paso cargando algo súper ligero, alguien se acerca corriendo y dice: ‘Yo lo llevo’. Igual es caballerosidad. Más allá de eso, no creo haber tenido otra ventaja”.

En contraste con estos momentos, la ingeniera comenta que ha visto vacantes donde claramente se señala que están abiertas solo para hombres. “Eso me sorprendía mucho: que la vacante específicamente pidiera hombres, porque en algún momento sentí que me frenaba en seco un puesto para el que yo estaba descalificada por mi género”.

En cuanto a los modelos a seguir en la industria, Pérez cuenta que cuando era estudiante tuvo una profesora de edad avanzada. “No sabía su edad, pero ya era grande y nos comentaba que ella fue la única mujer en su clase y que algún profesor le llegó a decir: ‘¡Usted! ¿Qué hace aquí? ¡Váyase a poner los frijoles! Y ella respondía: ‘No, si los puse y me vine; no se preocupe por eso’. Entonces, pues no se lo tomaban a mal, sino que lo sorteaba. Pero creo que a las primeras mujeres les tocó picar piedra y ahora estamos en todas partes”.

Otras dos mujeres que le han servido de modelo las halló en su primer trabajo, en una firma de ingeniería. “Me parecían muy listas y profesionales. Veía cómo se manejaban con los demás. Más adelante, en muchas ocasiones cuando no sabía qué hacer, pensaba: ‘¿Qué harían ellas?’ Eso me hace pensar que las admiraba y pensaba que en el futuro me gustaría ser como ellas”.

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