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Está bien esperar mucho de nosotras

Cielo Preciado Almanza estudiaba el bachillerato cuando logró su primera oportunidad laboral en una empresa de acabados. Hoy, con 23 años de edad, es una joven promesa de la industria, pues a su corta edad ha tenido a su cargo equipos formados por profesionales incluso mayores que ella.

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Cielo Preciado, supervisora de galvanizado en ADVICS North America. Foto: Cortesía.

Con apenas 23 años de edad, Cielo Preciado Almanza tiene una experiencia en el sector industrial que muchas personas desearían poder plasmar en su currículum. Hace cinco años, cuando aún estaba cursando el bachillerato, esta joven se presentó en la planta de Galvanizadora de Occidente (GDO) para solicitar una oportunidad como practicante y logró su objetivo. Años después, vivió una situación similar, pero en Certus, empresa enfocada en el cromado sobre piezas de plástico.

“Mi mayor logro personal ha sido atreverme a tocar puertas. Me atreví en GDO cuando pedí ser practicante, a pesar de que en mi prepa no me lo exigía, y ahí me empecé a formar en la industria. Estuve seis meses con ellos como practicante de laboratorio; posteriormente me contrataron como analista y, un año después, como ingeniera de procesos cuando apenas estaba en el tercer semestre de la carrera”, recuerda.

“Mi mayor logro personal ha sido atreverme a tocar puertas. Me atreví en GDO cuando pedí ser practicante, a pesar de que en mi prepa no me lo exigía, y ahí me empecé a formar en la industria”.

Esta profesional hizo un bachillerato tecnológico con enfoque en Química Industrial en el Centro de Enseñanza Técnica Industrial (CETI) de Guadalajara, y ahí mismo continuó su formación en Ingeniería Industrial, carrera que cursó al tiempo que prestaba sus servicios dentro de GDO. “Tenía a mi cargo la línea de cromado, la línea de zinc ácido y la de níquel alcalino mientras estaba estudiando”, refiere.

Conocer a fondo los procesos de acabado y la manera como se organizan las líneas de producción mientras estudiaba fue una experiencia única para esta profesional, sin embargo, también significó una doble exigencia que le generó estrés y acabó pasándole la factura. “Creo que como mujeres nos ponemos más presión que nuestros compañeros y ahí van implícitas las complicaciones de salud. Hubo un momento en que no supe poner límites y mi cuerpo me lo dijo a gritos. Hablé con mis jefes y decidí terminar con la relación laboral”, recuerda.

“No está mal esperar mucho de nosotras, porque somos muy capaces, pero creo que recibimos mucha presión de nuestro entorno”.

Preciado concluyó su ciclo en GDO para preservar su salud y aprendió en carne propia la necesidad de poner su bienestar por encima de cualquier expectativa. “He escuchado a profesionistas hablar sobre cómo han vivido un problema de salud a raíz exigirse más a sí mismos. Lamentablemente, esas historias son más frecuentes en mujeres, y creo que tiene que ver con la presión que ejercemos sobre nosotras mismas. No está mal esperar mucho de nosotras, porque somos muy capaces, pero creo que recibimos mucha presión de nuestro entorno”.

Un nuevo comienzo

Tiempo después, con la salud repuesta, esta ingeniera se sintió lista para volver al trabajo y se lanzó a solicitar una oportunidad en la firma de origen canadiense Certus, que tenía su planta en Querétaro. “Era un puesto que —como lo percibo—, era para una persona con un poco más de preparación, con otro perfil profesional, y sin embargo me atreví a pedirlo a pesar de estar en otra ciudad, y lo veo también como un logro personal”.

Durante su paso por esta empresa, buscó aprender todo lo relativo al cromado sobre plástico. “Certus fue también una de mis más grandes escuelas. Fue una experiencia muy enriquecedora, con muy buen equipo de trabajo. Tuve la oportunidad de estar en un proceso que no conocía del todo, que es plating on plastic (POP). Estuve tratando de investigar por mi cuenta y consultaba mis dudas con mi gerente, mi superintendente, mis compañeros. Certus y Querétaro significaron mucho para mí. Me quedo satisfecha con los aprendizajes que adquirí durante esa etapa”.

Otro motivo de satisfacción para esta ingeniera fue que en Certus tuvo a su cargo a personas mayores que ella. “Tuve a ingenieros químicos, mecatrónicos o con diferentes especialidades, ya egresados y con experiencia en sus cargos. Eso es algo que me hace sentir muy orgullosa: saber que soy capaz de liderarlos, y también su contraparte negativa, que es la presión de que he logrado avances y espero mantenerlos y multiplicarlos”.

Preciado recuerda que eligió la Ingeniería Industrial “porque me gusta la industria en general, me gustan todos sus ámbitos, sin embargo, me quedo con los materiales”, y comenta que su siguiente reto es hacer una maestría en Ciencia de Materiales “porque de verdad es algo que me apasiona”.

“Tuve a mi cargo a ingenieros químicos, mecatrónicos o con diferentes especialidades, ya egresados y con experiencia en sus cargos. Eso es algo que me hace sentir muy orgullosa”.

El logro más reciente de esta profesional se dio hace poco más de un año, cuando se cambió por segunda vez de ciudad —esta vez a Lagos de Moreno, Jalisco— para integrase al equipo de ADVICS North America, un productor de sistemas de frenado, donde colabora como supervisora de galvanizado. “Al principio fue más pesado porque me dieron la línea de maquinado y, después de tres semanas de haber ingresado, también la de ensamble: todas funcionando como un tren de suministros. Fue una presión bastante fuerte, pero una vez que arrancaron las líneas, me dediqué únicamente al plating”.

Esta experiencia le ha permitido nuevamente tener a su cargo un grupo de profesionales. “Éramos tres personas, pero hemos crecido a 13 y considero que, de toda la planta, nuestro equipo es el más unido y el que se ve más entusiasmado. Me siento muy orgullosa de estar al frente de ellos”.

Preciado recuerda que al formar su equipo notó que los perfiles de puestos habían sido pensados para hombres, pero durante las entrevistas de reclutamiento vio que “quienes más buscaban el trabajo eran mujeres, y le di la oportunidad a algunas de ellas, y mostraron esforzarse al doble, con más entusiasmo y ganas de aprender que muchos de sus compañeros”. Hoy su equipo se compone en 50% por mujeres, y dice sentir “una gran admiración hacia ellas porque me han enseñado mucho”.

“Espero que todas podamos hallar oportunidades cuando las buscamos para poder enfocarnos en nuestro desarrollo”.

La ingeniera comenta que, en ocasiones, algunas integrantes de su equipo le han hecho comentarios positivos. “Me han dicho que conmigo han sentido una diferencia de empatía, que se sienten capaces de contarme situaciones laborales, e incluso personales y que he sabido escucharlas u orientarlas”. Preciado agradece que a la fecha no ha recibido reportes por faltas de respeto hacia alguna de ellas, y agrega que “cuando así sea, se tomarán las cartas que sean necesarias porque son situaciones que no se pueden tolerar”.

A la pregunta de si ha debido sortear algún otro reto solo por ser mujer, esta ingeniera responde que “mentiría si dijera que he pasado por complicaciones grandes por ser mujer”, aunque identifica que en un inicio sí notaba que algunos compañeros le tenían desconfianza por su género y por su edad. “He tenido muchísima suerte y espero que las próximas generaciones también la tengan”, dice y se corrige con una sonrisa: “Ni siquiera se debería llamarla suerte… Más bien espero que todas podamos hallar oportunidades cuando las buscamos para poder enfocarnos en nuestro desarrollo”.

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