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Cromo Industrial, una empresa que vale por dos

Con sede en el municipio de García, Nuevo León, Cromo Industrial alista planes para crecer, ya que su proceso de cromo duro tiene tal demanda que, literalmente, está obligando a esta compañía a ampliar sus operaciones.
#automotriz

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Carlos Salinas tiene 25 años y se graduó hace poco de Ingeniería Mecánica; lleva año y medio de trabajo en Cromo Industrial, pero ya tiene bien puesta la camiseta de la compañía que fundó su abuelo, Homero Salinas Salinas, tres décadas y media atrás. “La base de esta empresa es hacer cromo duro y el mercado nos está forzando a crecer”, comenta entre risas en entrevista para Products Finishing México.

En los últimos 28 años, este negocio ha sido liderado por su padre, Luis Homero Salinas Luna, quien recuerda que, en un inicio, la operación era bastante modesta. “Empezamos con dos operadores, un baño de cromo y una rectificadora. Gracias a Dios ahora ya somos 65, aunque llegamos a ser 85 y hasta 90, pero con la pandemia nos tuvimos que reducir”, refiere.

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El empresario, formado también como ingeniero mecánico, relata que su padre fundó la compañía en 1985 y, desde entonces, se ha manejado como un negocio familiar en el que participa también su hermano Homero, quien se hace cargo de las ventas. Luis Homero se integró de lleno en 1989 y en 1992 se volvió socio de la empresa gracias a la confianza que su padre depositó en él. “Fuimos creciendo, primero, como un negocio que aplicaba solo el recubrimiento de cromo duro, pero dentro del recubrimiento también hay procesos que lo complementan, como el pulido y el rectificado. Más adelante, hacia 1998, adquirimos un torno, una fresadora y empezamos a orientarnos hacia la reparación de cilindros hidráulicos”, detalla.

A la fecha, Cromo Industrial mantiene esas dos unidades de negocio que se dedican, la primera, a aplicar cromo duro para piezas metálicas en general y, la segunda, a reparar cilindros hidráulicos que se utilizan en industrias como la siderúrgica, papelera, textil, metalmecánica, la automotriz y la de plásticos.

El proceso de reparación de los cilindros hidráulicos, además de especializado, es complejo, pues requiere un diagnóstico detallado de la pieza para que el cliente lo apruebe y se pueda llevar a cabo. Aunque en un inicio cuesta trabajo entender la conexión entre esos dos lados del negocio, para Carlos la relación es sencilla. “Creo que el ensamble de cilindros hidráulicos nació gracias al cromo. Se creó la demanda solita. En lugar de buscar afuera, pusimos nuestro propio taller”.

Rotores procesados en Cromo Industrial.

El ingeniero explica que un cilindro hidráulico tiene varios componentes y que los básicos son el vástago, la camisa y los sellos, que se desgastan y tienen una vida útil de 12 a 18 meses. Cuando esto ocurre, el cliente puede comprar un cilindro nuevo o mandar a reparar el cilindro, lo que sucede a menudo, ya que el costo de un cilindro reparado puede significar ahorros en promedio de 70%.

Cromo Industrial hace un diagnóstico de los componentes que tienen daños en el cilindro y los repara según el proceso que requieran. Por ejemplo, el vástago se rectifica y se croma, la camisa se honea o bruñe, el émbolo se fabrica o reviste con soldadura, se cambian los sellos hidráulicos, se ensamblan todos los componentes, se realiza una prueba hidráulica y se pinta para entregarlo al cliente. En la zona de reparación, cuando me sorprende el gran tamaño de los cilindros que se desarman ahí, Carlos me dice que a su empresa le emociona “tomar esos retos que nadie más quiere hacer”.

Una demanda creciente

En los últimos años, Cromo Industrial ha visto un incremento importante en la demanda de cromo duro para piezas sueltas y ha buscado fortalecer este lado del negocio que hoy representa cerca del 60% de sus operaciones.

Tapas wheel cromadas en la empresa.

“Por el 2014 nos ubica un cliente potencial vía internet, nos llama y nos invita a hacer unas pruebas que se mandan a evaluar en Estados Unidos”, recuerda Luis Homero. Luego de recibir la autorización de esa prueba, Cromo Industrial se empezó a desarrollar como proveedora de ese cliente “y empezamos a cumplir con el estándar de calidad que ellos nos solicitaban de acuerdo con su dibujo. Llegamos a un buen acuerdo en el precio y hasta ahora seguimos trabajando con ese cliente automotriz, ubicado en Ramos Arizpe”.

A este cliente le cromamos el vástago de los cilindros o pistones que sirven para levantar el cofre de los camiones. “Creo que el 95% de esos pistones traen un recubrimiento distinto, y solo 5% de su producción lleva cromo duro, por petición del cliente. Y es ahí donde estamos, en ese pequeño nicho. Son piececitas que van en los tractocamiones para exportación”.

Pero este no fue el único cliente que se acercó a la compañía luego de hallarla en internet, pues más adelante otro prospecto internacional, orientado al ramo de la extracción de agua, la ubicó y llamó. “También nos invitó a hacer pruebas. Con él fue mucho más difícil porque tardamos casi tres años haciendo pruebas y cambios en nuestro proceso. Hicimos mejoras que nos permitieron brindar un recubrimiento con las propiedades mecánicas que demandaba. Su base internacional está en Europa y nos validó y aceptó como proveedores, es decir, nos desarrolló para aplicar el recubrimiento de cromo duro para que toda la producción que se fabricaba en Europa se hiciera aquí en México, y eso también es parte de lo que hacemos”, relata el empresario.

Para él, esta reacción del mercado se debe a que su empresa se ha especializado en un proceso de cromo duro que tiene propiedades mecánicas superiores al cromo convencional, en el cual son expertos. “Es como el médico cirujano o el partero, o los especialistas del corazón o de los huesos”, dice Luis Homero, quien también considera que “el mismo mercado te orienta. Tienes que adecuarte al mercado, no él a ti”.

En la actualidad, Cromo Industrial dispone de cuatro tanques con capacidad para cromar piezas de hasta 8 metros de largo, y en ellos procesa de 4,500 a 5,000 piezas al mes. No obstante, Luis Homero piensa que “todavía estamos muy chicos. Creo que hay bastante oportunidad de crecimiento, bastante mercado potencial”, razón por la cual Cromo Industrial acaba de adquirir un terreno aledaño de 3,900 metros cuadrados en los que la empresa planea expandirse.

“La idea es incrementar el área de cromado y llevarla a un área nueva. Queremos que cromado siempre esté al final, porque a fin de cuentas es un área difícil de mantener limpia todo el tiempo, pero sí queremos que tenga su espacio”, explica Carlos.

Al igual que su padre, él considera que el tipo de pedidos que han recibido por parte de clientes cada vez más exigentes vuelve inevitable el crecimiento de la empresa. “Creo que nos estamos dando cuenta de que no somos un taller; somos una empresa. La mentalidad de la gente está cambiando y nos damos cuenta de que los clientes que atendemos ya no son solo los talleres chiquitos, ya no son del tipo que venía a tocarte la puerta. Son pedidos ya más grandes con clientes muy reconocidos”.

Zona de inspección de piezas pequeñas de la empresa.

Al momento de la entrevista, Cromo Industrial hacía pruebas con un cliente internacional más, con miras a obtener la especificación exacta que requiere. “Este es un proyecto con uno de los clientes más grandes del mundo, y si lo logramos, eso va a implicar que crezcamos. Esto nos está forzando a crecer, pero ya tenemos esa misión y mentalidad”, dice Carlos.

Para este joven no hay duda de que el enfoque de la empresa debe estar en el mercado de Estados Unidos: “Esta expansión y este crecimiento se da con la mentalidad de atacar también el mercado norteamericano. No podemos vender solamente aquí en México. He platicado con mi papá sobre toda esa apertura del tratado de libre comercio y que trae mucha oportunidad a México. Son muchas las empresas que están llegando. Creo que una vez que nos prueben se van a dar cuenta que tenemos lo necesario para darles la calidad y el servicio que buscan”.

Aprender a hacer más con menos

Entre las muchas lecciones que ha dejado la pandemia del COVID-19, a Luis Homero no se le va a olvidar que, durante 2020, su empresa aprendió a hacer más con menos. “Nos vimos forzados a quitar gente”, dice con tristeza el empresario, quien refiere que optó por prescindir de las personas menos experimentadas para quedarse con “el cuerpo básico” de la empresa. No obstante, para su sorpresa, “fue un año con mayor utilidad que en los últimos cinco años. Aprendí que podíamos ser más eficientes y que a lo mejor en un equipo de 85 personas, había 20 que estaban dándole toda la batería al trabajo”.

El equipo de Cromo Industrial durante la celebración de su 36 aniversario.

Reducir la cantidad de personal debido a una crisis no es motivo de orgullo para ninguna empresa, pero lo que sí dejó satisfecho a Luis Homero es que los empleados que salieron fueron compensados conforme a la ley. “Los liquidamos a todos al 100%, aunque negociamos los pagos por plazos, pero no hicimos la artimaña de castigar al trabajador. Me siento muy satisfecho con eso porque el corazón de toda organización es el capital humano (y me incluyo como parte del capital de mi empresa), pues somos la fuerza motriz y sin nosotros esto no se mueve. No debemos maltratar a nadie porque todos tenemos familias que mantener”.

Para Carlos, la manera como su padre manejó los recortes significó una lección en varios sentidos. “Mi papá apoyó mucho a la gente para ver la manera de que no perdiera todo. Al final de cuentas sí se fue gente y nos pesó. La pandemia nos mostró que se necesitaba. Ahora el trabajo ya se recuperó, pero la experiencia sirvió para adaptarnos y darnos cuenta de que podíamos hacer las cosas con menos personas”.

Un cambio de aires

Una de las principales preocupaciones de la empresa en los últimos años era contar con un sistema que le permitiera extraer los gases que se generan durante la aplicación del cromo duro con el fin de contribuir a mantener un medioambiente limpio y seguro, y también por el bien de sus trabajadores. Afortunadamente, este 2021 la empresa logró invertir en un equipo eliminador de nieblas (mist eliminator), traído desde Estados Unidos y que ayudará a cumplir y exceder la normativa nacional con respecto a la emisión de gases al medioambiente.

“Antes habíamos recurrido a proveedores de la región y nos habían vendido los equipos para extraer los gases del ácido crómico y poderlos expulsar al ambiente, pero tuvimos muy malas experiencias, muchos defectos y, sobre todo, mucha ineficiencia”, comenta Luis Homero, quien con la instalación de este nuevo equipo espera tener una eficiencia de 95 a 98%.

Para Carlos, esta tecnología les va a permitir sentar un precedente en Monterrey, ya que hasta donde han investigado, no hay otra empresa en la región que cuente con una tecnología similar. “Queremos contaminar lo menos posible el medioambiente y a nuestra gente. Este es un tema de seguridad para todos”, señala.

Limpieza después del cromado.

Otro cambio que colocará a esta empresa en una mejor posición frente a sus clientes y potenciales competidores será su certificación ISO 9001:2015, ya que la empresa contaba con la versión anterior. En los últimos meses, su personal ha trabajado en la documentación y espera completar el proceso de certificación a fines de 2021.

“Creo que estamos al 85% y faltan unas adecuaciones. Mi meta para este año es certificarnos y tener también esa carta de presentación para extender un poco más la visión hacia la industria automotriz, por ejemplo”, comenta Luis Homero, mientras que, para Carlos, lograr esta certificación es importante porque “nos va a hacer más profesionales y nos va a permitir entregar una mejor calidad al cliente”.

Preparar el cambio de estafeta

Carlos y Luis Homero están conscientes de que el ingreso del primero a Cromo Industrial representa también el inicio de un relevo generacional que, si bien no es inminente, tendrá que ocurrir tarde o temprano. “Carlos ha resultado un excelente elemento, bastante comprometido, responsable, aplicado y muy de piso. Él es muy de estar en el taller y ensuciarse las manos con la gente y se ha involucrado bastante”, comenta Luis Homero.

Carlos Salinas y un compañero con un cilindro reparado.

A Carlos, por su parte, se le nota en el rostro la emoción al hablar de su trabajo en la empresa. “Mi plan al llegar aquí fue implementar un programa de talento: gente con cualidades específicas para que conocieran todos los departamentos a través de un año, que se destacaran en ciertos ámbitos, y ya sea por su decisión o por elección de la empresa, que los pudiéramos dejar como líderes del área”, refiere. El problema fue que la pandemia llegó a los cinco meses de su incorporación al equipo y el encargado de cromado fue uno de los que tuvieron que dejar la empresa, por lo que Carlos asumió el puesto con la condición de que lo dejaran entrenar a alguien más y, después, seguir con su proyecto.

“Me quedé seis meses como superintendente de cromado y ahí aprendí todo lo que tiene que ver con el cromo. Fue padrísimo. Empecé a aprender de todo. Gracias al cromado comencé a entender el núcleo de la empresa. Era un área descuidada en el sentido de que no había análisis, no había mejoras continuas (que es lo que te pide el ISO), y yo venía fresquito, recién salido de la universidad. Tenía muchas ideas y ganas de aprender y de estudiar. Me la pasaba leyendo…”, relata Carlos.

Luis Homero Salinas y su hijo Carlos.

Y como observó su padre, a Carlos le gusta involucrarse en el piso de trabajo y con los trabajadores. Se sabe el nombre y las funciones de cada persona, y no duda en hacerles preguntas o en tomarse una foto con ellos cuando la ocasión lo amerita, como aquella vez en la que les encargaron realizar un acabado espejo para un rodillo enorme, y Carlos posó junto con el operador frente al rodillo para dejar constancia del trabajo bien hecho.

A la pregunta de qué siente ser la tercera generación a cargo de esta empresa familiar, Carlos responde: “Sinceramente, estoy muy entusiasmado y me siento tranquilo porque hay un respaldo detrás de mí. Mucho tiempo dedicado. Creo que sí hay presión, pero tengo ganas de empezar a mejorar, a innovar. Algo clave que mi papá me contó fue que, cuando él llegó, no había computadoras ni fax; entonces mi abuelo le dijo: ‘Lo único que te voy a pedir es que crezcas esto’, y lo primero que hizo mi papá fue meter computadoras, algo que nadie conocía aquí. Me parece muy padre esa mentalidad de que cada generación introduce algo nuevo y diferente”.

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