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El año en que perdimos y recuperamos la esperanza

En medio de todo el caos generado por la pandemia del COVID-19, hay signos importantes de recuperación para la economía mexicana, señala la editora de Products Finishing México.
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Para quienes vivimos el 2020, este siempre será el año de la pandemia, el año en que el mundo se detuvo, y el año en que nos reencontramos con nuestra fragilidad. De igual forma, recordaremos 2020 como el año de la crisis en la que miles perdieron su empleo, sus ahorros o sus negocios, y en el que muchos perdieron la esperanza de una pronta recuperación. Un año duro para mucha gente y aleccionador para todos.

Pero en medio de todo el caos generado por el Sars-Cov-2, hay signos importantes de recuperación para la economía de nuestro país, pues con todo y coronavirus, este también fue el año en que entró en vigor el nuevo acuerdo comercial entre Canadá, los Estados Unidos y México (el famoso T-MEC); y precisamente impulsadas por la pandemia (aunque motivadas por razones de otro tipo), en este año diversas multinacionales han tomado la decisión de relocalizar sus operaciones fuera de China, lo que abre oportunidades interesantes para las cadenas productivas de nuestro país.

La decisión de reubicar ciertas cadenas de producción fuera de China forma parte de un fenómeno mucho más amplio, que algunos han dado en llamar la Nueva Guerra Fría, y hace referencia a la actual guerra comercial entre los Estados Unidos y China, alentada por el presidente Donald Trump, quien ha manifestado su deseo de que las empresas estadounidenses “desacoplen” sus operaciones de ese país y las regresen a Norteamérica.

Si bien el planteamiento de relocalizar cadenas enteras de suministro parece exagerado, lo cierto es que, a partir de la irrupción de la pandemia, muchas empresas se están planteando esta posibilidad, porque el coronavirus puso en evidencia los grandes riesgos de depender del gigante asiático.

“En un momento en que las tensiones entre Washington y Beijing comienzan a parecerse cada vez más a una nueva guerra fría, los productos que van desde servidores informáticos hasta el iPhone de Apple podrían terminar teniendo dos cadenas de suministro separadas: una para el mercado chino y otra para gran parte del resto del mundo”, afirma la corresponsal en China para el Financial Times, Kathrin Hille, y cita al banquero taiwanés, CY Huang, quien dice que este modelo de desacoplamiento “será más costoso y menos eficiente. Pero es la forma en que la política nos empuja”.

Muchos países de Latinoamérica, incluido México por supuesto, ven en esta tendencia una gran oportunidad, pues muchas grandes empresas ya han desplegado sus equipos de inteligencia para conocer qué ubicaciones ofrecen las mejores ventajas competitivas.

En este punto, el nombre de México surge una y otra vez, pues diversos analistas internacionales ven a nuestro país como un destino casi natural para esas nuevas inversiones. Uno de ellos, es el abogado chino-estadounidense Nicholas Cheng, quien a principios de la década de los noventa ayudó a cientos de empresas de Taiwán a establecerse en Suzhou, una ciudad a las afueras de Shanghai, pero hoy considera que “ha llegado el momento del norte de México”, afirma la corresponsal de Financial Times.

Regresando al T-MEC, desde que se negociaba este acuerdo comercial quedó claro para los clústeres automotrices del país que el aumento del contenido regional traería beneficios para México. Hoy el T-MEC es una realidad y las cadenas de proveeduría automotriz del país se preparan para aprovechar el aumento en la demanda. “Es cuestión de tiempo para que muchas empresas internacionales vengan a establecerse a México”, dijo recientemente César Jiménez, presidente ejecutivo de Ternium y presidente del Consejo del Clúster Automotriz de Nuevo León (CLAUT).

En ese sentido, Rubén González, director de la empresa de estampados FANASA, apuntaba en una reunión del CLAUT la importancia de reconocer el papel de las PYMES en este entramado, pues para cumplir la cuota del contenido regional que impone el T-MEC “es indispensable la integración de las cadenas de suministro, de las cuales dependen las OEMs, las armadoras y Tier 1, y la base de eso son las empresas Tier 2 y las PYMES a través del suministro de autopartes, insumos y servicios”.

A finales de uno de los años más extraordinarios de la historia reciente, las oportunidades y los retos industriales para el país están claramente expuestas, y no nos queda de otra más que hacer nuestro mejor esfuerzo para tratar de aprovecharlas.

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