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En 2019 la ciudad de Chihuahua fue reconocida como una de las cinco mejores ciudades a nivel mundial en cuanto a estrategia de atracción de inversiones para la industria aeroespacial, según el informe Ciudades del Futuro de la revista fDi, especializada en inversión global. Este informe ubicó a Chihuahua en el cuarto sitio y como la única ciudad mexicana más atractiva en inversiones para el sector, mientras que los otros puestos fueron ocupados por ciudades de Brasil, Canadá, Estados Unidos y Singapur.

La vocación aeroespacial de Chihuahua comenzó a consolidarse hace más de 20 años, cuando algunas de las principales empresas aeronáuticas decidieron establecerse en esa entidad, que en la actualidad cuenta con la presencia de OEMs como Honeywell, Textron Aviation (Beechcraft y Cessna), Bell Helicopter, Bombardier Aeroestructuras, EZ Air y KAMAN; así como las Tiers 1 Safran, Fokker/GKN, y la mexicana Soisa Aerospace.

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A pesar de estos logros, Chihuahua no planea bajar el ritmo y continúa fortaleciéndose. La matriz de capacidades elaborada por el Chihuahua’s Aerospace Cluster, lista más de 50 procesos distintos, desde la fabricación de cojines para asientos e insertos de espuma, hasta la manufactura de tanques de agua hechos con materiales compuestos o maquinados de alta precisión, por citar sólo algunos.

Un elemento central para el éxito de esta ciudad es la presencia de talento calificado, ya que más de 98% de los ingenieros y técnicos ocupados en la industria regional son locales, a lo que se suman diversos acuerdos internacionales con universidades para la movilidad de estudiantes, programas de capacitación intensivos (de tres a seis meses), y un abanico de opciones de capacitación especializada a todos los niveles.

Sinergias en los acabados de superficie

Dentro del universo de operaciones que hay en Chihuahua para una industria tan especializada como aeroespacial, destaca la presencia de más de 19 entidades que realizan la aplicación primer y pintura, y al menos 12 empresas que realizan tratamientos térmicos o acabados de superficies.

En el número de marzo de 2019 de Products Finishing México destacábamos la colaboración entre KAT Aerospace y HT-MX para ofrecer tratamientos térmicos y acabados como si fueran una sola empresa. Y como ellos, en Chihuahua las sinergias se han multiplicado, favoreciendo el desarrollo de importantes proveedores.

Es el caso de las empresas Metal Finishing Co. y Fokker/GKN, cuyos directivos —René Espinosa y José Luis Rodríguez Ramos, respectivamente— comparten varios aspectos como haber iniciado las operaciones en México de las empresas en las que colaboran, ser líderes dentro del Cluster Aeroespacial de Chihuahua (actualmente Espinosa preside este organismo y recibió el cargo de Rodríguez, quien es parte del Comité Directivo de ese organismo), y haber colaborado con la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA) para atraer a más empresas mexicanas a este sector.

Products Finishing México tuvo la oportunidad de entrevistarse con ambos para conocer su visión sobre los retos y oportunidades que existen dentro de la proveeduría de aeroespacial del país.

rené espinosa y josé luis rodríguez

René Espinosa: crecer estratégicamente con la industria

Metal Finishing Co. (MFCo) es una empresa familiar fundada en Wichita en 1940 por el empresario Harley Babst, quien vio una oportunidad en la creciente industria aeronáutica de la zona, ya que ahí estaba Boeing y había una demanda de talleres locales, por lo que la empresa comenzó decapando y recuperando las piezas de los aviones caídos de la Guerra del Pacífico.

Según Espinosa, en la actualidad MFCo es la empresa familiar de procesos aeronáuticos más reconocida a nivel internacional, que provee tratamientos térmicos, pruebas destructivas y más de 100 diferentes procesos en acabados. Cuenta con 27 líneas de procesos húmedos y 38 estaciones de pintura, además de ser la empresa con más aprobaciones de Boeing a nivel mundial.

Hace nueve años, a Espinosa le encomendaron la tarea de iniciar las operaciones de MFCo en México, y su primer gran reto —además de instalar la planta que hoy se encuentra en la avenida Nicolas Gogol 11332, en el Parque Industrial Chihuahua— fue obtener las certificaciones necesarias para poder fungir como proveedor de esta industria.

Obtener la certificación Nadcap y las aprobaciones de las principales OEMs le dejó claro a Espinosa que el camino para certificar procesos especiales y secundarios “representa un gran reto, el cual vale la pena para el desarrollo de la industria en México”, lo que ejemplifica diciendo que a su equipo le llevó dos años y medio certificar sus primeros procesos químicos ante Bombardier. “Y eso que fuimos el process shop más rápido en la historia de esta empresa”, afirma.

En la actualidad, MFCo ofrece en México procesos de anodizado crómico, anodizado sulfúrico, anodizado bórico-sulfúrico, conversión química (Chem Film) regular y conductiva, así como inspección de líquidos penetrantes, aplicación de primer, teflones y enmascarado para piezas con cierta conductividad.

Certificar los procesos especiales y secundarios en aeroespacial representa un gran reto, pero vale la pena para el desarrollo de la industria en México.

Según este directivo, la estrategia que ha seguido MFCo en Chihuahua ha sido crecer al ritmo de la industria aeroespacial en México. “Hemos ido muy de la mano con el desarrollo de la cadena de proveeduría en el país, ya que la mayoría de la proveeduría hace 10 años fue con base en aluminio, mucho de lo que llaman sheet metal, mucha aeroestructura y, por ende, el 100% de los procesos que teníamos eran aluminio”.

Durante 2019, MFCo concluyó en Chihuahua una importante expansión de 120 mil pies cuadrados, la cual se encuentra en proceso de certificación AS 9100. Durante 2020, la empresa comenzará a ofrecer procesos para piezas de acero, como cadmio, pasivados, zinc, e inspección de partículas magnéticas.

“La industria aeronáutica de hace 15 o 10 años tenía como base el aluminio, que es la aleación más sencilla de trabajar en maquinados, pero cuando ya empiezas a hablar de aceros duros, de acero inoxidable, titanio e inconel, el acero inoxidable necesita pasivado, los aceros duros ya necesitan cadmio, zinc-níquel, inspección de partículas magnéticas”, comenta Espinosa para explicar por qué integraron esta nueva línea de procesos. “A raíz de que fue madurando la cadena de proveeduría en México ya te encuentras con proveedores nacionales de maquinando partes para turbinas en titanio, ya empieza a haber una demanda y una necesidad”.

“En la actualidad hay más de 150 proveedores de maquinados y estructuras metálicas que podrán tener acceso a oportunidades de negocios en aeroespacial al contar con la integración de tratamientos térmicos y acabados en una misma región, lo cual reduce el costo total y tiempo de entrega al Tier 1. Por eso, en MFCo estamos expandiendo nuestras operaciones, agregando y certificando nuevas líneas de proceso, de tal forma que las empresas fabricantes de componentes metálicos puedan ser más competitivas”, dice Espinosa.

Las jornadas de este ejecutivo se dividen entre el trabajo de la planta de MFCo y sus tareas como representante del Clúster Aeroespacial de Chihuahua, rol en el que busca atraer a nuevas empresas a las cadenas de valor que se han venido fortaleciendo en Chihuahua, Querétaro y Monterrey.

Hay más de 150 proveedores de maquinados y estructuras metálicas que podrán tener acceso a oportunidades de negocios en aeroespacial al contar con la integración de tratamientos térmicos y acabados en una misma región.

Para él, resulta vital que los empresarios mexicanos interesados en aeronáutica entiendan que entrar a esta industria requiere tiempo, dinero y mucha paciencia, ya que en este sector “el OEM es directamente quien te certifica, además hay sistemas rigurosos como Nadcap o como la certificación AS 9100 que son barreras muy altas, lo cual hace cada vez más difícil para un el proveedor dar el salto de una industria como automotriz a la aeroespacial”.

Un aspecto crucial, según Espinosa, es fortalecer las cadenas de valor a fin de que México pueda atraer más y mejores paquetes aeronáuticos. Ejemplo de ello es que, según FEMIA, los recubrimientos certificados y aprobados tienen más importancia que su valor en compras aisladas. Esto significa que puede haber más de 60 millones de dólares en compras de maquinados y más de 40 millones en estampados para interiores y motores de aeronaves; pero si los procesos de acabados y tratamientos térmicos no existen, esos 100 millones de dólares simplemente no pueden colocarse en México.

“Hoy en día una de las necesidades más grandes para poder seguir desarrollando la industria en México son los procesos secundarios, como los que nosotros hacemos: los procesos químicos, los acabados los tratamientos térmicos”, enfatiza Espinosa y remata diciendo: “nos hemos dado cuenta de que el capital no es el problema o la limitante, necesitamos más empresarios que entiendan los retos, las necesidades, y los estándares de competencia internacional”.

Otro aspecto que subraya Espinosa es que las empresas nacionales “comprendan que estamos en una competencia global, en donde las empresas del norte de África, del este de Europa, Turquía y Sureste Asiático están trabajando en equipo y de manera competitiva. Si queremos competir, tenemos que elevar nuestro nivel de juego, trabajando en equipo, aprendiendo a cotizar y responder de manera ágil, mostrando actitud abierta a desarrollar capacidades y transferir conocimiento y tecnología”.

José Luis Rodríguez Ramos: aeroespacial, una industria a prueba de crisis

José Luis Rodríguez Ramos tiene más de 20 años de experiencia directiva, la mayor parte en la industria aeroespacial. En 2011, la empresa de Países Bajos, Fokker Technologies, lo contrató para levantar su planta en la ciudad de Chihuahua. “Acá se empezó desde el green field, desde comprar el terreno, hacer la construcción de la nave y buscar hacerlo de una manera correcta para que estuviera alineado con nuestra visión de ser una empresa de clase mundial”, recuerda.

Fokker/GKN

Aspecto de la planta de Fokker/GKN.

En marzo de 2012, su equipo concluyó el proceso de equipamiento de la planta y Fokker comenzó a producir en Chihuahua. Hacia 2015, la inglesa GKN adquirió a Fokker, incluida la planta de Chihuahua con 80,000 pies cuadrados y una plantilla de 150 empleados.

GKN Aerospace es un proveedor aeroespacial Tier 1 “de multitecnología, líder en el mundo”. Esta empresa tiene plantas en México, los Estados Unidos y otros 13 países, con un total de 50 instalaciones productivas mediante las cuales provee a más de 90% de los fabricantes mundiales de aviones y motores.

La empresa diseña y fabrica sistemas y componentes aeroespaciales inteligentes y su tecnología se instala lo mismo en aviones de un solo pasillo como en los aviones de pasajeros más grandes del mundo, así como en aviones de negocios y de combate. En Chihuahua, Fokker/GKN fabrica piezas para Gulfstream, Honda, Airbus y Cessna, y su trabajo se exporta a Estados Unidos y Europa.

Fokker/GKN

Fokker/GKN.

De acuerdo con Rodríguez, la planta Fokker/GKN en Chihuahua planea crecer otros 80,000 pies cuadrados en el mediano plazo, pues fue diseñada para el armado de aeroestructuras mayores, y se concibió como un centro de excelencia para la construcción del empennage o cola del avión, aunque están abiertos a recibir otras aeroestructuras.

El plan general de la empresa contempla dos etapas más de crecimiento para llegar a un área de 160,000 pies cuadrados en 2022, lo que les una capacidad total de 320,000 pies cuadrados divididos en cuatro secciones.

“Lo que hacemos principalmente es desarrollar una cadena de proveedores en las regiones donde estén más adecuados los precios y las proveedurías. Lo que encargamos, lo ensamblamos y lo convertimos en aeroestructuras, después las estructuras pasan a acabados de metal y de compuestos”, dice Rodríguez cuando le preguntamos sobre los procesos de acabado que realizan en Chihuahua.

El directivo comenta que para los acabados buscaron trabajar de la mano con Metal Finishing Co. y desarrollar sus capacidades para obtener lo que necesitan, ya que muchas de las piezas que usan requieren ciertos acabados antes de ser ensamblados.

En la mayoría de los casos, Fokker/GKN no construye los componentes, sino que los ensambla, y ya ensamblados, instala el cableado eléctrico y, posteriormente, “lo sometemos al acabado, el pulido, la aplicación de primer, la pintura interior y el topcoat que es la pintura exterior”, explica Rodríguez.

El trabajo en la planta está organizado por proyectos y puede verse cómo cada sección ensambla una estructura distinta. Los trabajadores hacen perforaciones donde entrarán remaches y en algunos casos usan epóxicos de diferentes tipos. Al terminar, muchos de los productos armados reciben un acabado directo, o instalan arneses, lo que también se considera un producto secundario. También se realizan acabados mecánicos como el pulido, para lograr un acabado espejo. En esta planta hay cerca de 30 empleados dedicados a los acabados.

A decir de Rodríguez, Fokker/GKN ha ido desarrollando sus capacidades de proveeduría con el tiempo, porque encontrar un buen proveedor en el sector “es muy complicado, es muy técnico y requiere certificaciones especiales como Nadcap, o certificaciones especiales de los clientes. Eso vuelve tortuoso el proceso porque cada cliente tiene su propia certificación. Es un proceso complicado, pero es parte de la vida del productor aeroespacial”.

Encontrar un buen proveedor en el sector es muy complicado, es muy técnico y requiere certificaciones especiales como Nadcap, o certificaciones especiales de los clientes.

Como representante de una empresa Tier 1 que subcontrata una variedad de piezas y procesos, Rodríguez tiene claro que “una empresa la piensa mucho para cambiar de proveedor, porque tienes que pasar las certificaciones. Se puede decir que un avión dura en el mercado 25 años y entrar a una plataforma en épocas tempranas te garantiza trabajo por muchos años, y si haces las cosas bien, la empresa que te contrata lo menos que quiere es cambiarte”.

Fokker/GKN

Fokker/GKN.

Desde su perspectiva, aeroespacial es una industria que ofrece buenas oportunidades para quienes logran entrar, ya que “se trata de un negocio resilente a eventos internacionales como guerras o crisis económicas, e invariablemente la industria ha crecido duplicando sus vuelos cada 15 años, y eso hace que tenga un crecimiento sostenido, principalmente porque crece el acceso a otras regiones y los vuelos son cada vez más frecuentes para la clase media”.

Además de la barrera que implican las certificaciones, otra desventaja que apunta Rodríguez es que el retorno de la inversión en el sector es lento, aunque por otro lado, se trata de “una inversión segura, porque el mercado crece, hay demanda y hay mucha estabilidad en cuanto a la producción”.

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