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Hay una necesidad imperiosa de apoyarnos entre mujeres

Con 30 años de experiencia en la industria de la manufactura, la ingeniera Lorena Guerra tiene mucho que compartir con las nuevas generaciones, y en particular con las jóvenes que van llegando, a quienes les recomienda prepararse, confiar en sí mismas y apoyarse entre ellas.

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Lorena Lizeth Guerra Flores

Lorena Lizeth Guerra Flores, gerente de operaciones en Sensata Technologies. Foto: Cortesía.

A la extensa trayectoria industrial de Lorena Guerra hay que sumarle el profesionalismo y la pasión que pone en lo que hace. Formada como ingeniera industrial por la Universidad Autónoma de Baja California, comparte emocionada algunos de los aprendizajes y logros que le han dejado sus 30 años de experiencia profesional.

Repasando los momentos que la hacen sentir orgullosa de su carrera, Guerra se da cuenta de que ha podido trabajar desde diferentes enfoques como calidad, ingeniería de procesos, ingeniería de proyectos y operaciones. “Inicié a los 19 años como líder de producción y, luego, me desempeñé como gerente de operaciones durante cerca de 10 años para TE Connectivity, donde estaba a cargo de una planta de moldeo”, recuerda.

Uno de sus primeros logros fue ser supervisora general de calidad antes de concluir sus estudios en la planta de fabricación y acabados de Schlage Lock. “Éramos pocas mujeres estudiando ingeniería, y uno de mis objetivos al terminar la universidad, era ya tener un puesto como ingeniera, con un sueldo competitivo”. Lo que no imaginó es que una mujer la ayudaría a cumplir ese anhelo. “Tuve la fortuna de que otra mujer me abriera la puerta. La licenciada Laura Ahumada, que era gerente de recursos humanos de Schlage Lock, me dio la oportunidad y ahí empecé”.

Transferir operaciones de Estados Unidos a México se volvió estratégico para las grandes empresas manufactureras, y cuando Guerra colaboraba en Tyco Electronics Tijuana le pidieron apoyar esa tarea como ingeniera de proyecto de migración. “Haberme involucrado en esos procesos de transferencia y migración me permitió entrenarme en el manejo de proyectos, y conocer todos los aspectos del negocio de la manufactura. Esto me permitió aprender de presupuestos, conceptos financieros, comunicación de alta gerencia y empecé a trabajar con equipos multiculturales”.

“Éramos pocas mujeres estudiando ingeniería, y uno de mis objetivos al terminar la universidad, era ya tener un puesto como ingeniera, con un sueldo competitivo”.

Luego, a esta ingeniera se le presentó la disyuntiva de seguir trabajando o atender a su hijo menor, quien debía recibir terapias. “Mi decisión fue retirarme, pero a la vuelta de dos años en que las cosas mejoraron, sabía que necesitaba regresar porque era mi forma de vivir y de salir adelante”. Guerra se refiere a estas decisiones como “la renuncia de las madres” porque muestran las dificultades que enfrenta la mayoría de las trabajadoras para alcanzar un equilibrio entre vida personal y laboral, y evidencian que a los hombres pocas veces se les plantean esos dilemas.

Por fortuna para su carrera, pudo volver al ambiente industrial luego de un corto periodo como consultora, cuando la llamaron para colaborar como gerente de producción en Safran. “Tomé la oportunidad, aunque yo me inclinaba más por los proyectos y la mejora continua, pero así son las cosas: tienes que estar lista para aprovechar una oportunidad y de ahí se pueden abrir muchas otras”.

Romper estereotipos

Como a muchas mujeres en ámbitos con mayoría masculina, los inicios de Guerra no fueron sencillos. “Tuve a mi cargo señores maduros con una perspectiva muy diferente de lo que es tener una jefa a la que le tenían que rendir cuentas”, refiere. No obstante, esa experiencia le confirió nuevas capacidades. “Tuve que desarrollar una habilidad increíble para negociar, para confrontar situaciones y no personas, y para ser muy asertiva. Fue aprender sobre la marcha e ir rompiendo esos estereotipos”.

equipo de trabajo

El equipo de trabajo en el que participa Lorena Guerra. Foto: Cortesía.

Con tres décadas en el mundo de la fabricación, esta profesional se sorprende a veces al mirar su propia trayectoria. “Un día me di cuenta de que los muchachos que están entrando en las posiciones de ingeniería tienen entre 25 y 28 años y prácticamente podrían ser mis hijos. Fue un impacto darme cuenta de que ellos apenas habían nacido y yo ya estaba en la industria”, dice entre risas.     

No obstante, hoy Guerra ve que su posición le permite transmitir su experiencia a las y los jóvenes. “Me sorprendí a mí misma siendo mentora y eso me da mucha satisfacción. Me siento muy contenta de aportar a las nuevas generaciones. Te sientes muy orgullosa cuando te dicen: ‘¿Sabe qué?, lo que me comentó el otro día, así era’. Busco mantenerlos en reto constante, aterrizando enfoques y sobre todo en lo básico: el trabajo en equipo”.

La necesidad de apoyarnos entre nosotras

Aunque Guerra está abierta a compartir su experiencia con quien la quiera tomar, tiene un mensaje especial para las mujeres. “Trato de promover entre las ingenieras el apoyarnos e impulsarnos entre nosotras”. Para ella, este mensaje es relevante porque “he visto con mis colegas una necesidad imperiosa de apoyarnos como mujeres. Es muy común que cuando una colega avanza, se dan ciertos comentarios en vez de reconocer sus habilidades. Las mujeres de mi generación estamos tratando de reforzar esta sororidad porque persisten los micromachismos”.

Y aunque cada vez hay más mujeres en la industria, esta ingeniera observa que siguen haciendo falta mujeres en los principales puestos. “En las posiciones directivas no abundan las mujeres, y en cambio sí vemos que las nuevas generaciones vienen más balanceadas. Donde trabajo hay muchas ingenieras en tooling, en diseño, en manufactura… pero todavía no llegamos al punto de tocar los altos niveles gerenciales”.

“En las posiciones directivas no abundan las mujeres, y en cambio sí vemos que las nuevas generaciones vienen más balanceadas”.

Si bien el escenario ha cambiado con el tiempo, Guerra señala que persisten las barreras para la equidad de género. “Se ha abierto la oportunidad en cuestión de aplicar a puestos, pero sigue habiendo topes como lo que llamamos ‘el techo de cristal’. Por eso ves un staff de diez gerentes y una o dos mujeres. Si hay dos o tres candidatos, aunque estén igual de capacitados hay una tendencia a elegir a hombres, y también a veces las mujeres nos descalificamos porque pensamos que no vamos a poder organizar nuestra vida cuando tenemos hijos que dependen de nosotras o por el nivel de estrés que tienen estos puestos”.

Lorena Guerra

Lorena Guerra. Foto: Cortesía.

Con todo, esta profesional considera que los cambios de mentalidad en las jóvenes serán importantes para lograr mejores condiciones a futuro. “Hoy las jóvenes son más seguras de sí mismas. Creo que no traen el estigma de que hay machismo y que no van a poder ascender. Mi recomendación para ellas es: prepárate, confía en ti misma y mantente objetiva para obtener mejores resultados”.

Guerra confía en que la integración de políticas de equidad en las empresas contribuirá también a hacer de la industria un sitio mejor para las mujeres. “Ya se empieza a ver más en las organizaciones de categoría mundial la apuesta por la equidad. Se empieza a hablar claro y fuerte al respecto, pero para que eso se traduzca en una realidad, a la mejor va a pasar otra generación”. Y añade que, mientras eso sucede, seguirá creciendo el ejército de mujeres industriales. “Hay mujeres muchísimo muy capaces en la industria, y no nos vamos a cansar de luchar por nuestros sueños y de abrir brecha para las que vienen”.

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