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El mundo necesita la visión de la otra mitad

En los últimos 14 años, Rebeca Chong ha participado en diversas industrias, siempre enfocada en temas de control de calidad. En esta entrevista, la Ingeniera Químico Industrial nos comparte su visión sobre los desafíos de las mujeres en un mundo con mayoría masculina como es la industria de acabados.

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Rebeca Chong tiene 14 años de experiencia en el ámbito industrial, específicamente en temas relacionados con el control de la calidad en sectores como metalmecánica, eléctrica, joyería y minería, medioambiente, y en los últimos seis años dentro de los acabados de superficie.

Chong se formó como Ingeniera Químico Industrial en el Instituto Politécnico Nacional, con una especialización en análisis instrumental y, posteriormente, estudió un posgrado en Filosofía y Mercadotecnia en la Universidad Nacional Autónoma de México. En la actualidad es desarrolladora de negocios de la empresa Helmut Fischer México para la zona norte del país, y desde este cargo interactúa a diario con clientes que utilizan diversos instrumentos de medición para hacer acabados.

Esta profesionista recuerda que comenzó su carrera en el área industrial como analista en un laboratorio y, con el tiempo, comenzó a involucrarse en atender las necesidades de otros laboratoristas. “Fui moviéndome en diferentes rubros de laboratorio, de metal, industrial, metalúrgico, etcétera, hasta llegar a la industria de los acabados”, comenta.

Al preguntarle sobre las vivencias positivas que ha tenido con relación a la presencia de las mujeres en la industria, Chong responde que, luego de 14 años en el mundo industrial, ha notado cierta evolución. “Siento que ha habido un gradiente: que cada vez somos más mujeres en trabajos típicamente desempeñados por hombres y, no solo eso, sino que cada vez somos ‘más respetadas’, por así decirlo”.

Ella considera que se ha ido modificado la percepción de las mujeres en campos que solían estar dominados por hombres, y eso se refleja en el trato que reciben día con día. “Creo que ahora tenemos que ‘demostrar’ menos y hacer nada más lo que nos toca. Siempre ha sido un ambiente retador y, como mujer, en un inicio mi enfoque era literalmente ‘que no se note que soy mujer’, es decir, que no hubiera el tema de ‘a ver si puede’, ‘esto está muy difícil para ella’, o que ‘es una señorita, por favor compórtense’. No, porque simplemente vamos a trabajar”.

La voz de las mujeres y su peso en la economía

Cuando le preguntamos a Chong su opinión sobre los aportes de las mujeres al mundo industrial, sonríe y responde con tono amigable: “las mujeres somos la mitad del mundo, entonces, el mundo también nos necesita, y necesita nuestra visión. Entiendo que tenemos cerebros diferentes, funcionamos diferente. Vemos las habilidades femeninas en cuanto a que tenemos una sensibilidad distinta, la capacidad de hacer varias cosas a la vez, una mayor empatía, organización y planeación, y todas esas capacidades son quizás porque aprendimos a ser un poco más organizadas, a ser más sensibles, o más empáticas, y a pensar en el ser humano, no nada más en la utilidad o en el producto”.

Para ella resulta importante subrayar que las contribuciones del trabajo femenino van más allá de cualquier industria y se extienden a toda la economía. “Al ser parte de la fuerza laboral también apoyamos a nuestra comunidad, porque el 70% de los ingresos de las mujeres se destinan a la comunidad, a la familia, a los estudios, a la salud, en contraste con el 30% de lo que generan los varones, según datos que recuerdo del INEGI”.

Y precisamente porque esa contribución femenina a la economía, Chong repara en lo injusto que son las diferencias salariales entre hombres y mujeres, mismas que han sido documentadas en múltiples estudios en todo el mundo. “En países como el nuestro, en vías de desarrollo, las diferencias de salario por el mismo puesto pueden ser de hasta 16% entre hombres y mujeres, pero aún así el desempeño de las mujeres, hablando métricamente, siempre es más estable. Creo que las mujeres traemos una cara nueva a la industria: un personal capacitado en el que puedes confiar, pero ahora falta que les paguemos bien. Ese es el siguiente paso”, dice sonriendo.

Quiero que venga un ingeniero

Entre las anécdotas que Chong puede contar sobre su trayectoria en el mundo industrial, está una ocasión en la que le tocó recibir la llamada de un cliente que necesitaba ayuda para resolver un problema técnico.

“Tomé la llamada y le di al cliente una breve asesoría sobre lo que necesitaba; entonces él me pidió una visita para un diagnóstico y le dije que con mucho gusto. ‘Pero quiero que venga un ingeniero, no una señorita’, me dijo, y le respondí: ‘Claro, no se preocupe. Lo va a visitar un ingeniero’. Por supuesto que fui yo y me recibió diciendo: ‘Pase, señorita”, pero cuando nos despedimos, me dijo: ‘Muchas gracias ingeniero’”, recuerda entre risas.

Parte del problema que ella identifica es que, a nivel simbólico, muchas personas siguen viendo a los hombres como las primeras figuras de autoridad, lo que les lleva a desconfiar desde un inicio de las mujeres. “Si vas acompañada por un varón, asumen inmediatamente que es tu jefe o que él es el que sabe. Tú eres como la conexión, la que va a hacer que las cosas pasen, pero él es el cerebro. Cada vez pasa menos, pero aún sucede. Todavía estamos en la mira y siento que debemos ser súper profesionales, no dar espacio a esas dudas y a esa desconfianza cultural. Porque no digo que sean personas malas, es algo que viene de la cultura y que es histórico”.

Una industria con apertura

Más allá de las situaciones particulares que a cada mujer le ha tocado vivir en el mundo industrial, Chong sabe que en todos lados persisten atavismos sobre lo que implica ser mujer, pero su experiencia profesional la ha llevado a cambiar su temor inicial de que “no se le notara” el ser mujer, y hoy mantiene una actitud muy distinta.

“Pensé que estaba perdiendo lo que puedo ofrecer a nuestros clientes, y a mí misma en cuanto a crecimiento personal. Nuestras habilidades como mujeres nos permiten dar un punto de vista diferente y ese es el enfoque que tengo ahora: soy ingeniero y también soy mujer: ¡claro que puedo! Rompemos paradigmas poco a poco, y uno de esos paradigmas es ‘hazlo como ellos’, ¡pero no! Lo hacemos como nosotras, y lo hacemos bien”, afirma.

Desde su perspectiva, algo que deben recordar las profesionales de hoy es que ellas son resultado de las mujeres que abrieron camino antes, y eso crea un compromiso con las nuevas generaciones. “Nosotras todavía estamos muy observadas, y pienso ¿cómo habría sido una o dos generaciones antes? Estoy muy agradecida con la brecha que abrieron y pienso en las que siguen, en las chicas que ahora están por egresar, y que puedan tener un espacio mejor, más equitativo e igualitario para su desempeño profesional”.

Para logarlo, Chong cree que es importante abrir más espacios en las empresas para facilitar que se hable de la equidad entre hombres y mujeres: “Así como nos enseñan a usar el equipo de seguridad o las actividades de contingencia contra incendios, contra la contaminación, etcétera; pues que también haya una fuerte cultura de equidad, de saber cómo tratarnos los unos a los otros”, señala.

A la pregunta de si considera que la industria de acabados es receptiva con las mujeres, Chong responde: “Sí, totalmente. Creo que hay una gran apertura y reconocen nuestro valor como profesionales y también como seres humanos. Estoy muy agradecida con esta industria y también creo que es un puntero para la búsqueda de la igualdad”.

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