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Corrosión y Protección es una empresa sui generis, ya que el conocimiento constituye su principal activo y es el eje sobre el que giran todas sus operaciones. Fundada en 1996 por el doctor en Ciencias, Lorenzo Martínez Gómez, la compañía surgió cuando este reconocido investigador detectó que en México hacía falta proveer consultoría especializada para proteger elementos clave de la infraestructura pública, como refinerías, ductos y muelles, entre muchos otros.

“La empresa empezó por una necesidad en el país que identificó el doctor Lorenzo”, comenta el también doctor Diego Martínez de la Escalera, director de comunicación de Corrosión y Protección e hijo del fundador, quien recuerda un proyecto de consultoría en Campeche para dirimir un conflicto social que se gestaba en Atasta, cerca de Ciudad del Carmen. “La comunidad estaba enojada, cerrando las carreteras porque sus techos se estaban corroyendo, y el doctor Lorenzo tuvo el encargo de hacer una investigación para descubrir las razones del fenómeno. Se descubrió que era un problema de la estación de compresión de Pemex, expulsaba químicos y estos aceleraban los procesos de corrosión de los techos. Después de este proyecto lo invitaron a la Universidad Nacional de Campeche a hacer el primer laboratorio de investigación de corrosión en el país”.

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A partir de esa experiencia, el doctor Lorenzo —que había hecho un doctorado en Ciencias Físicas por la UNAM, un posdoctorado de Ciencias en Materiales en la Universidad de Stanford, y además del Premio Nacional de Ciencias y Artes, obtuvo la prestigiosa beca Guggenheim— decidió poner manos a la obra y abrir una empresa para abordar “esa problemática nacional que no se estaba atendiendo”.

Consultoría y capacitación: una dupla ganadora

A finales de la década de los 90 se constituyó el capítulo mexicano de la Asociación de Ingenieros de Corrosión (conocida como NACE International, en inglés), y Corrosión y Protección tomó su liderazgo en México, por lo que siendo licenciataria, la empresa empezó a organizar cursos de ingeniería enfocados en el control de la corrosión.

Los primeros en tomar los cursos de NACE fueron empleados de Pemex, de la Comisión Federal de Electricidad, así como los integrantes de Corrosión y Protección. A decir del doctor Jorge Cantó, actual director ejecutivo de la compañía, la empresa vio el valor de compartir esa capacitación con sus pares y clientes, e incluso con su competencia. “Más allá de ser celosos con el conocimiento, tratamos de divulgarlo porque, la verdad, te deja hablar a un nivel muy distinto con tus clientes y con tu competencia”. Así, las capacitaciones pasaron a formar parte de los servicios que ofrece la empresa.

doctor Lorenzo Martínez

El doctor Lorenzo Martínez y un compañero de la empresa laborando en campo. Fotos: cortesía de la empresa.

Según Cantó, trabajar con NACE fue otra de las decisiones visionarias de Lorenzo Martínez, porque “en lugar de tratar de cerrarse al conocimiento y experiencia nacional, dijo: ‘vamos a ver qué se hace afuera del país, en el mundo’, y buscó la mejor sociedad de ingenieros en corrosión a escala internacional”. Si bien hubo colegas que vieron esta decisión con recelo, “nos posicionó muy bien como grupo al hablar y compartir las experiencias de lo que hacíamos en México al más alto nivel internacional, y eso fue un enriquecimiento tremendo”.

En ese periodo, la empresa realizó la instalación de los sistemas de protección catódica en la mayor parte de los aeropuertos del país. En el primer proyecto de este tipo, Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) le había asignado a Lorenzo Martínez un proyecto para diseñar la protección catódica del aeropuerto de Oaxaca. “Llegamos y descubrimos que el aeropuerto ya tenía un sistema de protección catódica, pero los directivos no lo sabían”. Martínez compartió este descubrimiento con la gerencia y, a partir de ese momento, empezaron a asignarle a la empresa los demás aeropuertos.

Los proyectos con ASA dispararon el crecimiento de Corrosión y Protección, y ese crecimiento continuó al empezar a trabajar con Pemex en el análisis de fallas en laboratorio y otras consultorías. “Recolectábamos ductos y veíamos por qué habían fallado”, señala Diego Martínez, y comenta que Pemex también los empezó a contratar para dar cursos de certificación de NACE International.

La nueva dinámica trajo aparejada la creación de una plantilla con las mejores credenciales técnicas. “Entrenamos un equipo de ingenieros jóvenes y se armó una flota de líderes en el control de corrosión. Muy jóvenes todos, tuvimos la certificación más alta de control de corrosión en protección catódica y recubrimientos, corrosión interior e integridad de ductos. Todos hicimos posgrados (maestría y doctorado), y a toda la gente de la empresa la certificamos en diversas competencias”, explica Martínez.

Uno de los proyectos más ambiciosos fue la colaboración que se realizó para Pemex, con la que se logró capacitar y certificar a más de 1,500 operadores de las estaciones de bombeo, compresión y centros de control a lo largo de todo el país. “Colaboramos para hacer manuales, evaluaciones y realizamos trabajo de campo con el fin de estudiar las necesidades de capacitación de cada perfil de puesto y sus competencias, así como identificar las brechas de conocimiento que había que atender”, detalla Martínez.

capacitación

Vista de una sesión de capacitación.

Esta labor resultó importante para certificar al personal de Pemex y, según Martínez, fue valorada por muchos, pues evaluaron y certificaron las tareas de una gran cantidad de operadores; al final, muchos trabajadores de la paraestatal disponían de una certificación con reconocimiento internacional para operar y mantener instalaciones de transporte de hidrocarburos por ducto, con los estándares más exigentes.

Al tiempo que la empresa certificaba a los operarios de la paraestatal, ofrecía capacitación a otros profesionales interesados en temas relacionados con el control de la corrosión, y expandía su oferta educativa. “Esas capacitaciones, que iniciaron como de consumo interno, se volvieron parte importante de nuestros servicios, al punto de que ahora capacitamos entre 180 y 200 personas al año, y las certificamos en las diferentes áreas de control de corrosión”, apunta Cantó.

En la actualidad, la empresa cuenta con una oferta de más de 12 cursos especializados, que abarcan temas como protección catódica, inspección de recubrimientos, gestión de integridad de corrosión de ductos, soldadura, manejo de la corrosión en agua y en aguas residuales, entre otros. La oferta evolucionó también y, en 2011, la empresa registró una maestría sobre Integridad de Infraestructura y Ductos ante la Secretaría de Educación Pública.

Apertura y diversificación

Trabajar con Pemex fue determinante para el crecimiento y la madurez de los segmentos de consultoría y capacitación en Corrosión y Protección, y gracias a su labor en estos ámbitos la empresa se fortaleció hasta tener una nómina de 350 empleados fijos.

Sin embargo, en los últimos años la empresa ha tenido menos proyectos con la paraestatal y más con la iniciativa privada. “Cuando pasó la reestructuración del sector energético tuvimos que adecuarnos a los cambios”, comenta Martínez, y agrega que el mercado actual “es mucho más amplio de lo que era en 2012. Hay más empresas privadas operando y construyendo tanques de almacenamiento o ductos de gas. El mercado se diversificó y tenemos una cartera de clientes mucho más variada que antes”.

La transformación del sector obligó a Corrosión y Protección a reorganizar su estructura y a hacerse más ágil y eficiente. “El cambio nos forzó a traer gente que nos enseñara a transformarnos. Hablamos con muchos líderes de Estados Unidos (de Harvard, del MIT) para que nos enseñaran a reestructurar nuestra organización y nos dimos cuenta de que teníamos que cambiar, que hacernos más eficientes”, dice Martínez.

Una de las ventajas que ve este directivo en el nuevo escenario es la diversidad de clientes y la agilidad que tienen para atenderlos. “Ahora es un mercado más interesante para nosotros, porque diversos clientes nos retan a mejorar, a innovar y a dar soluciones ágiles a sus proyectos. Es un escenario totalmente distinto al que había cuando empezamos, y llevamos 24 años en el control de corrosión”.

campo

Un equipo de la empresa haciendo trabajo de campo.

En el último lustro, la empresa ha realizado un promedio de más de 50 proyectos de diseño de sistemas de protección catódica y consultoría en ingeniería al año, y esta sigue siendo su actividad prioritaria, que representa la mitad de sus ingresos a pesar de que la educación es un eje rector de la organización.

La mayor parte de sus colaboradores se encuentra en campo casi 90% del tiempo, dice Cantó. “Ahorita tenemos proyectos en Aguascalientes, Puebla, Estado de México, Veracruz, Campeche, Ciudad del Carmen y estamos por arrancar uno en Topolobampo. Tenemos proyectos bastante distribuidos a lo largo del país”.

Si bien Pemex fue el principal cliente de la empresa en sus primeros 15 años de vida, hoy las empresas privadas demandan sus consultorías de manera constante. “Afortunadamente, hace tiempo tomamos la decisión de no menospreciar los proyectos de la iniciativa privada y cultivamos la relación con ellos, ganando la confianza ahí. En el momento en que llegó la Reforma Energética ya teníamos esa cartera de proyectos, y si bien tuvimos que hacer una recomposición de la organización, nos permitió trabajar prácticamente de manera ininterrumpida durante la transición”, explica Cantó.

La visión de la empresa es optimista, pues según su director ejecutivo, lo deseable en este nuevo escenario será tener “lo mejor de ambos mundos: una empresa paraestatal fuerte en la extracción de petróleo y en aquellas áreas en las que la empresa no es tan eficiente, que se mantengan en la iniciativa privada, que por su naturaleza sí lo puede realizar de manera eficiente”.

Productos basados en el conocimiento

La investigación y desarrollo de nuevos productos forma parte del legado del fundador de Corrosión y Protección, que era un apasionado de ver la ciencia aplicada en la vida cotidiana. Según Martínez, el doctor Lorenzo “fue uno de los pocos científicos que saltaron al mundo empresarial y a la aplicación de la ciencia para resolver problemas de impacto social o ambiental de forma exitosa”.

Lorenzo Martínez fue un incansable buscador de soluciones y esa inquietud lo llevó a incursionar en campos muy diversos. “Se interesó en muchas cosas: energía marítima, energías renovables, sistemas de antivandalismo para ductos, nanopartículas para hacer llover… Las ideas que le llegaban las escribía en las noches y nos las mandaba, y entonces se generaba la propuesta en la empresa”.

Macrolab

El edificio donde se aloja el Macrolab.

Esta vocación por la investigación y el desarrollo condujo a la empresa a crear su propio Centro de Innovación en Integridad de Infraestructura y Ductos (CI3D), un laboratorio llamado Macrolab, localizado dentro del Parque Científico y Tecnológico de Morelos, y la colaboración con distintos grupos de científicos de diferentes universidades en el país. De acuerdo con Cantó, la empresa tiene registradas 38 patentes, otorgadas o en trámite, y la venta de productos propios es su tercera área de negocios, luego de la consultoría y la capacitación.

Entre los proyectos realizados en el Macrolab hay tecnologías de generación de energía marítima, blockchains para antenas en satélites de órbita baja y el desarrollo de productos anticorrosión. El más reciente de ellos es un inhibidor de la corrosión hecho con nanopartículas provenientes de productos naturales. “Es una fórmula enteramente basada en productos orgánicos, principalmente aceite de coco, que tiene unas propiedades anticorrosivas superinteresantes”, dice Cantó y añade que el producto ofrece un muy buen desempeño y un excelente costo de mercado, sobre todo comparado con los que se usan en el ámbito industrial, que son importados.

“Este inhibidor ya lo vendemos con mucho éxito a niveles industriales, en pipas que se llevan miles de litros para procesos muy grandes, aunque recientemente refinamos la fórmula para un uso más bien de hogar”, apunta el directivo.

inhibidor de corrosión

Una muestra de la efectividad del inhibidor de corrosión desarrollado por la empresa. La hoja que no se ha corroído fue tratada con el inhibidor y la otra se dejó sin tratamiento alguno.

La nueva versión del producto fue diseñada para usarse en casa. “Refinamos el producto industrial para el taller o la casa, para que tengas tu lata ahí en el tallercito o en la bodega y de pronto puedas aplicarlo a la bicicleta, a las escaleras que dejas afuera, a la herrería y a esas cosas que siempre se nos andan oxidando, sobre todo si uno vive en la playa o en la costa”, comenta Cantó.

Su comercialización en el mercado minorista significa un gran reto para la empresa y sus directivos lo saben. “Estamos llevando la empresa hacia un mercado muy abierto”, afirma Martínez, y comenta que están listos para lanzar el producto en las próximas semanas.

Esta nueva aventura podría cambiar el rostro y la dinámica de la empresa, pero la expectativa es bastante positiva, dice Cantó. “Estamos atomizando a nuestros clientes. Hemos pasado de tener un único cliente (Pemex), en una sola área, a tener clientes mucho más diversificados, y ahora estaríamos pasando a clientes fuera del sector energético. Se abren así muchas perspectivas para poder navegar los cambios que pueda haber en una industria o en otra”.

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