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Hace 44 años, el mexicano Juan José Rubio planeó pasar sus vacaciones en Guadalajara, como solía hacerlo con su familia, pero nunca imaginó que las circunstancias lo llevarían a fundar un negocio que se convertiría en su pasión.

Rubio radicaba entonces en Vancouver, Canadá, pero durante los días que estuvo en México, la salud de su madre se deterioró, su estancia se prolongó más de lo planeado y junto con un socio decidió invertir sus ahorros para iniciar un negocio y mantenerse activo.

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Fue así como nació El Bronco Autopartes, empresa tapatía que elabora accesorios automotrices, y cuyo catálogo supera hoy los más de cien productos, que multiplicados por sus aplicaciones (las burreras, por ejemplo, tienen más de 100) suman más de 1,500 modelos diferentes.

El empresario recuerda que él y su socio se lanzaron a emprender con mucho entusiasmo, cumpliendo jornadas de 12 a 15 horas y, tiempo después, cuando la madre de Rubio falleció a causa del cáncer, el negocio ya estaba encarrilado, por lo que decidió olvidarse del proyecto de vida que había dejado pendiente en Canadá.

Si bien la empresa arrancó en un espacio de 50 metros cuadrados, el enfoque estaba claro: harían autopartes para camionetas pickup y comenzarían con parrillas de cajuela, canastillas de portaequipaje y redilas cromadas.

Poco a poco, El Bronco fue consolidándose con la ayuda de dos socios y un ayudante que hacían desde la compra de materias primas hasta las tareas administrativas, de ventas y cobranza. Las herramientas de trabajo consistían en lo mínimo indispensable: una segueta, una máquina de soldar, un taladro de pie y una dobladora manual de tubos.

Dos años después, debido a la demanda de productos, el espacio que tenían resultó insuficiente, por lo que la empresa se cambió a un nuevo domicilio de 150 metros cuadrados. Año y medio después, se movieron nuevamente a un espacio de 350 metros y, más tarde, a una bodega de 500 metros cuadrados.

En los primeros siete años de operaciones, la empresa obtenía los procesos de pulido y cromado a través de terceros, y fue hasta 1983 cuando El Bronco decidió establecer una cromadora propia, lo que permitió acortar sus tiempos de producción y mejorar la calidad de sus acabados.

Hoy las instalaciones de El Bronco ocupan más de 10,000 metros cuadrados y la empresa realiza distintos procesos de transformación de tubo, lámina y placa. Entre sus activos cuenta con máquinas de corte laser, dobladoras para tubo de alta tecnología, dobladoras para placa y lamina, punzonadoras, troqueladoras, máquinas de soldadura y pulido, entre otras.

En la parte de acabados, la empresa tiene capacidad para hacer cromado, anodizado y pintura electrostática, y atiende proyectos de maquila de acabados para la industria automotriz.

Creciendo con la demanda

Algo que ha caracterizado a esta empresa es que su crecimiento ha ido de la mano con el aumento de la demanda de autopartes del país. Su conocimiento del mercado se fue afinando a medida que Rubio y su equipo de ventas fueron ampliando la cartera de clientes, en su mayoría distribuidores y detallistas de accesorios automotrices ubicados en el centro y norte del país, aunque ahora cubren casi el total del territorio nacional.

A mediados de los años ochenta, la empresa experimentó uno de sus periodos de expansión más importantes, ya que la demanda de sus productos fue en ascenso y la empresa pudo incrementar notablemente su cartera de clientes.

Para continuar surtiendo a un mercado en constante crecimiento, El Bronco ha tenido que evolucionar y actualizar sus procesos, y los acabados no han sido la excepción. En sus inicios, el proceso de cromado era manual y las piezas grandes debían ser manejadas entre dos personas debido a su gran volumen y peso.

A fin de mejorar su calidad y productividad, a principios del año 2000 la empresa buscó desarrollar su cromadora, por lo que en noviembre del mismo año instaló un proceso semiautomático de níquel dúplex que elabora níquel semibrillante y níquel brillante, lo que garantiza que sus acabados sean aún más resistentes a la corrosión.

Esto significó una importante mejora en la calidad de los acabados de cromo, cuya calidad es reconocida por sus clientes y ha atraído a nuevos prospectos que buscan a la empresa para maquilar sus piezas.

Cliente y proveedor hacen equipo

Hace un par de años, El Bronco decidió implementar nuevas mejoras a sus procesos, por lo que Manuel Torres, gerente de acabados de la empresa, comenzó a buscar opciones para lograrlo y se puso en contacto con Adrián de la Torre, representante de Columbia Chemical en México, quien le propuso hacer una prueba cambiando la formulación química de uno de sus tanques y comparar los resultados.

Las piezas tratadas con la nueva formulación eran totalmente distintas y el cambio ayudó a El Bronco a tener una apariencia mucho más uniforme y a mejorar su productividad.

El objetivo de la prueba era cubrir los estándares de brillo y nivelación que requerían los clientes de El Bronco: “entonces nos dieron la oportunidad de probar en un tanque de níquel brillante y nuestras piezas pasaron sin problema las pruebas de ductilidad y resistencia a la corrosión, cumpliendo además con el brillo y la nivelación”, comenta De la Torre.

La asesoría de Columbia Chemical fue más allá de cambiar las formulaciones químicas de los tanques, ya que en el camino tanto la empresa como el proveedor se dieron cuenta de que era necesario atender otros aspectos, por lo que El Bronco hizo una inversión importante para estandarizar los equipos de filtración y rectificadores, a fin de garantizar la confiabilidad y uniformidad de sus procesos.

A fin de asegurar la calidad en todos sus procesos, El Bronco decidió, además, implementar la Norma ISO 9001:2015, certificación que logró en 2017.

La confianza generada entre cliente y proveedor ha motivado que El Bronco utilice otros insumos como desengrasantes y aditivos de Columbia Chemical. “Hemos ido probando los productos que pueden ser compatibles con nuestra línea, y si satisfacen las pruebas los vamos utilizando”, comenta Torres.

Aprovechando las oportunidades

El incremento en el número de los productos de El Bronco generó la necesidad de crear y registrar marcas propias como Bronx, Trainer, Golden Hill, entre otras, a través de las cuales canaliza las distintas líneas de autopartes que produce.

Para complementar su línea de accesorios automotrices, Rubio vio la oportunidad de crear una empresa más, llamada Importadora y Comercializadora Tapatía (Importtap), que se dedica a comercializar productos nacionales y de importación.

“Esta empresa fue fundada en el año 2004, pero ya tenía lo principal que era la cartera de clientes, y es lo que todo mundo busca, por lo que no había tanto riesgo. La empresa maneja accesorios como: faros, limpiaparabrisas, papel polarizante, tapetes, tinas para camionetas pick up, entre muchos otros. Son alrededor de 4,500 códigos, pero es una empresa independiente”, señala Rubio.

Otra de las oportunidades de negocio detectada por el empresario, es proveer maquila de corte láser, punzonado, inserción y doblez de lámina para industrias distintas a la automotriz, actividades que realiza en una segunda planta llamada Diseño y Fabricaciones Metálicas (DFM), donde desde 2016 manufacturan productos para la industria electrónica, gabinetes médicos y productos especiales, los cuales también requieren acabados como galvanizado y pintura electrostática.

De acuerdo con Rubio, las operaciones de DFM les van a demandar cada vez más acabados de pintura y habrá que atenderlas, porque en su experiencia “todo se ha ido ampliando conforme a las necesidades del mercado”.

Luego de casi cuatro décadas y media en el mercado, la mayor satisfacción del empresario tapatío es ver que la empresa que fundó “significa fuente de empleo para muchas familias y oportunidad de crecimiento y desarrollo para nuestros colaboradores”, y agrega que “la gran familia El Bronco no sería posible sin el compromiso y la lealtad de nuestra gente”.

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